miércoles

Cuentos de chimenea por la noche II

Era una noche de otoño y la lluvia caía a torrentes dejando poca visibilidad en la carretera por la que circulaban Franz Rottenmeyer y su amigo Carlo Urquiza. Las montañas estaban nevadas y había algo de neblina y de viento provocando que Franz usara los faros antiniebla y condujera con máxima precaución. Los dos amigos iban en silencio, inmersos en sus propios pensamientos. Tenían ya muchos años que salieron de aquél lugar donde se encontraban sus hogares de juventud con la ilusión de obtener una mejor vida y sobre todo, huyendo de aquel terrible suceso: la muerte de la novia de Franz. Lucy había sido una joven alegre y estudiosa pero desafortunadamente, murió precisamente en aquella fecha 20 años atrás por un golpe en la cabeza. Mientras iban sumidos en aquellos oscuros recuerdos y los pinos pasaban como manchones en la oscuridad, semejando fantasmas, el viento comenzó a soplar con mas fuerza levantando nieve que obstaculizó la visibilidad a Franz. El hombre se puso nervioso, frenó de golpe y por puro instinto giró el volante en sentido contrario provocando que el coche diera volteretas de forma alocada dirigiéndose sin control hacia unos árboles. Los dos hombres gritaban sin poder hacer nada mas que aferrarse con fuerza y sin saber a ciencia cierta en dónde pararía todo aquello. Todo acabó de repente cuando el coche azotó contra el tronco de un olmo haciendo pedazos todos los cristales del coche y doblando el vehículo, por el lado del copiloto, en forma de U. Todo quedó en silencio.

Franz despertó, desorientado y sintiendo un fuerte dolor de cabeza. Parpadeó para enfocar la vista, tratando de recordar qué había pasado. La tormenta, el hielo en la carretera, la ventisca, sí el coche derrapó y se habían estrellado contra algo, no sabía exactamente qué había sido pero ahí estaba él, a salvo, vivo. Un gemido a su lado lo hizo volverse con rapidez recordando a Carlo.

- ¿Carlo? ¿Carlo? ¿cómo te sientes? – preguntó con preocupación y sacudiendo levemente al amigo.

- ¿Uh? ¿dónde estamos? ¿qué pasó? 

- Nos estrellamos, el coche derrapó y topamos con ese árbol de tu lado que de milagro no te partió en dos. ¿Te puedes mover? 

- No sé- se movió lentamente tocándose el cuerpo como para comprobar que estaba completo y no le faltaba nada. Al parecer estoy bien Franz, solo adolorido hasta el tuétano - contestó después de su breve inspección. 

- Muy bien, salgamos del coche para ubicarnos donde estamos y ver si podemos pedir alguna ayuda.

Salieron del coche por la ventana del lado del conductor. El frío era soportable pero, con el factor de congelamiento debido al viento, hacía que se sintiera peor de lo que era. Se taparon el pecho con sus propios brazos y pegándose para entrar en calor pero parecía inútil, el frío seguía ahí. Un relámpago iluminó la escena del accidente y lo que vieron les heló la sangre: el vehículo estaba totalmente destrozado.

- Fra… Franz… ¿viste eso? – preguntó sorprendido Carlo
- Sí… sí… ¡nos salvamos por una nada!
- No me refería al accidente, me refería si viste ¡dónde estamos!
- ¿A qué te refieres?- preguntó extrañado el amigo.
- ¿Viste el árbol donde nos estrellamos? ¿lo viste? – preguntó casi en un grito Carlo. – ¡Es el árbol donde murió Lucy! ¡Aquí fue!
- ¡Carlo! ¡Estás loco! ¡El golpe te hace ver cosas que no son! ¡Ese árbol lo cortaron poco después del accidente por considerarlo peligroso al estar a la vera del camino!.

- ¡Pues ahí está! ¡LO ACABO DE VER!

- Carlo, Carlo, tranqui….- Otro relámpago cayó iluminando de nuevo el lugar, dejando de una pieza a Franz. Era verdad, era el árbol, ese maldito árbol estaba ahí y no comprendía cómo había vuelto. Él personalmente vio cuando lo cortaron y se lo llevaron.
- ¿Lo viste? ¿Te has dado cuenta que está ahí? – preguntó Carlo con voz temblorosa.
- Lo ví.. sí .. ahí estaba – respondió con voz trémula y apesadumbrada.

Caminó unos pasos hacia el árbol para palparlo, para asegurarse que no soñaba, que sus sentidos no lo engañaban. Llegó hasta él, estiró el brazo y lo sintió, duro, frío, rugoso, no era un sueño. Las yemas de sus dedos lo recorrieron y por un instante, por un brevísimo instante, una especie de corriente eléctrica cruzó a través de los dedos, sus brazos, el pecho, hasta alojarse en el corazón. Ahí sintió una especie de mano lo estrujaba y lo llenó de terror. Rápidamente cortó el contacto con el árbol y se alejó precipitadamente de él, dando arcadas, cayó de rodillas y vomitó. Carlo presenciaba la escena y corrió a auxiliarlo asustado.

- ¿Franz? ¿Franz? ¿Estás bien? ¿qué pasó? – un relámpago iluminó el rostro del amigo y lo que vió lo hizo estremecerse de terror: su rostro era una calavera sonriendo siniestramente. Se estremeció y se alejó dando traspiés diciendo cosas ininteligibles.

- ¡Carlo! ¿qué te sucede? ¿por qué te comportas como un estúpido?

- ¡Tú! ¡Tú!... oh - gimió el hombre- no sé qué pasa … estoy viendo alucinaciones- terminó diciendo.

- Carlo, debemos caminar. El golpe del accidente nos esta haciendo ver cosas y avanzar al menos nos ayudará a quitarnos estas alucinaciones.

Carlo asintió pero no estaba seguro que el alejarse de ahí le evitara ver cosas, fue tan real, que todavía tenía la imagen en su cabeza. El pueblo se encontraba todavía a cuatro kilómetros de ahí, así que se pusieron en marcha en dirección a él. Caminaron bajo la tormenta alrededor de diez minutos, iban cansados, asustados, adoloridos y ateridos por el frío cuando divisaron una casa casi al borde de la carretera. La casa era de estilo victoriano de los Estados Unidos del siglo XIX, bien cuidada, dos plantas, de color blanco. Al verla, los dos hombres se alegraron acercándose con la esperanza que los recibieran y permitieran hacer una llamada telefónica. Las luces frontales de la casa estaban encendidas, cosa que los animó a seguir adelante y llamar a la puerta. Esperaron unos minutos, que les parecieron una eternidad, cuando escucharon unos pasos acercarse con pausa y preguntar quién era. Los amigos vieron asomarse por una ventana a una señora de mediana edad, delgada, de regular belleza que los observaba inquisitivamente.

- Por favor, necesitamos ayuda. Tuvimos un accidente a poca distancia de aquí y quisiéramos hacer una llamada telefónica para pedir auxilio – suplicó Franz.

La señora los observó por unos instantes y abrió la puerta dejándolos pasar. Dentro, el fuego de la chimenea, los acogió con su calor regresando a sus corazones el confort que añoraban. Les señaló con la cabeza el lugar donde se encontraba el teléfono y se dirigió a la cocina dejándolos solos por unos instantes. Carlo, aprovechando la oportunidad, recorrió con la mirada el lugar, dándose cuenta en lo agradable que era, con calor humano, bien decorada invitando a quedarse una temporada larga para recuperar sus fuerzas. Oyó que Franz colgaba desalentado el teléfono y le preguntó qué sucedía.

- No hay línea. Seguramente la tormenta provocó el fallo en el cableado telefónico cortando las comunicaciones.

- ¿Qué haremos ahora? ¿Caminar hasta el pueblo?

- Se pueden quedar aquí por esta noche – se escuchó la voz de la señora proveniente de la cocina-. Hay suficiente lugar en la casa y ustedes necesitan descanso.

- Pero…

- Está bien – cortó la señora -. No se puede ir por ahí con este tiempo, sin línea telefónica y después de un accidente. Me llamo Cassandra.

Los dos hombres agradecieron aquellas palabras con entusiasmo. La realidad es que estaban agotados, calados hasta los huesos y sin saber qué hacer. Cassandra, con una sonrisa, se les acercó con un par de tazas de chocolate caliente y se las ofreció. El sabor de aquel líquido ayudó a que se sintieran dispuestos a pasar una velada tranquila con aquella buena señora que les había tendido la mano en un momento verdaderamente difícil. Afuera, en el exterior, la tormenta y el viento continuaban.

Al entrar en la sala, Cassandra al reparar en el estado que se encontraban aquellos dos hombres les ofreció tomar una ducha, cambiar sus ropas y descansar un poco antes de cenar. Los hombres comentaron que sus pertenencias quedaron atrapadas en el maletero del coche y que no traían mas que lo puesto, pero Cassandra amablemente les dijo que no se preocuparan, que en los closets tenía ropa suficiente y que intentaran usar aquellas mientras las suyas se secaban. Los amigos asintieron siguiendo a la dueña de la casa piso arriba señalándoles el cuarto que ocuparían. Entraron en la habitación y se sentaron en las sillas que estaban dispuestas alrededor de un pequeño escritorio francés.

- Linda casa ¿no Franz? – preguntó Carlo dejándose caer en una silla y las piernas adoloridas.

- Sí, es preciosa pero no recuerdo haberla visto antes, no estaba cuando vivíamos aquí.

- Franz, nos fuimos hace 20 años y esta casa pudo haber sido construida en ese tiempo – respondió condescendiente Carlo.

- Es verdad – quedando pensativo.

- Además, Cassandra es una persona agradable. Ha de tener aproximadamente nuestra edad, sin embargo, no la recuerdo de nuestros años mozos.

- No, no había ninguna Cassandra mientras vivimos aquí. Seguramente llegó después de nuestra partida. Carlo… te quería preguntar ¿qué viste cuando te acercaste a ayudarme?

- Yo… - siseó Carlo – vamos a olvidarlo ¿no?.. fue algo horrible y probablemente fueron alucinaciones mías.

- ¡Carlo!, por favor, dime qué viste… quiero saber.

El amigo quedó silencioso por unos instantes, evitando la mirada de Franz, tratando de recordar la imagen que vio.

- Lo que ví fue tu cara, no tu cara normal sino en lugar de ella vi… la descarnada figura de tu rostro. Tu sonrisa era malvada y desprovista de todo sentimiento… por un instante… pensé … que veía un demonio.

Ante la respuesta del amigo, Franz quedó en silencio, metido en sus pensamientos. Su vida y la de Carlo no había sido sencilla desde que se alejaron del pueblo. El se había convertido en un exitoso empresario formando una compañía basada en engaños, fraudes y en pequeños “accidentes”. Carlo, en un exitoso abogado que ayudaba a empresarios como él. Su amistad se había trabado desde la infancia y consolidado desde aquél maldito día. ¿Y ese árbol? ¿cómo había regresado a su lugar?. Dio un brinco cuando su amigo lo distrajo de sus pensamientos cuando lo llamó para decirle que era su turno para tomar el baño. Vio a Carlo envuelto en un toalla parado enfrente de él.

Después de una hora, bajaron los dos amigos con mejor aspecto, limpios y vestidos con sendos jeans y suéteres que se encontraron en el closet. Cassandra los esperaba sentada con una suculenta cena. Todo olía riquísimo. Varias fuentes de comida esperaban por los comensales. En la primera fuente se veía una crema de queso que desprendía un olor exquisito. En la segunda, la visión de papas horneadas con mantequilla hicieron rugir de hambre a los dos amigos, y la tercera, un plato de pastel de carne rodeado de tocino que lograron sacarles una amplia sonrisa a los dos hombres.

- Cassadra… ¿cómo…? ¿cómo hiciste todo esto en tan poco tiempo? – preguntó Franz sorprendido.

- Se ve delicioso – secundó Carlo con una sonrisa en la cara.

Cassandra, con una sonrisa pícara, respondió:

- Es comida que tenía congelada y solo calenté.

- Pero… - quiso intervenir Franz un poco receloso.

- Sshh... no te preocupes mas por eso. Coman que se enfría la comida y han de estar hambrientos.

Los dos amigos se sentaron y comieron con gran apetito. Cassandra se limitó a observarlos mientras se alimentaban. Eran un par de hombres fuertes, esbeltos todavía y el tiempo no había hecho estragos en sus pelos, todavía eran abundantes y sin canas. Franz era rubio, haciendo honor a su ascendencia austríaca y Carlo, como buen italiano, era poseedor de una cabellera espesa y negra como la noche. Cuando terminaron, se dirigieron a la sala de estar donde el fuego crepitaba apaciblemente e invitaba a sentarse a disfrutar de una excelente charla. Se hicieron las presentaciones formales, platicaron ampliamente sobre los lugares del alrededor y gente del pueblo. La anfitriona ofreció una botella de vino tinto la cual la aceptaron gustosamente los dos amigos. Después de un momento de apacible silencio Franz se dirigió a la dueña del lugar.

- Cassandra – comenzó Franz – ¿de dónde provienes?. Carlo y yo somos de estos lugares, aunque tenemos ya veinte años fuera, no te recordamos como parte del pueblo donde crecimos.

- Te equivocas mi querido Franz, soy de aquí y nunca he salido de este sitio, ya ves que conozco cada rincón que ustedes han mencionado – contestó con una sonrisa enigmática Cassandra.

- ¿Pero cómo es posible? Te recordaríamos si fuera así, inclusive tu nombre no nos trae a la mente a nadie conocido – replicó Franz un tanto confundido.

- Es posible que no me recuerdes, yo misma no los reconocí cuando llegaron, solo lo hice cuando contaron algunas anécdotas de su vida por aquí. Después de tantos años es lógico que suceda esto, la gente cambia. Soy hija de un jornalero, que tuvo la suerte de ser criada en una casa donde el amo cuidaba de sus trabajadores. El amo nunca se casó y como le sobraba dinero y tiempo, construyó esta casa. El amo enfermó y yo me dediqué a cuidarlo hasta que murió. Cuando el testamento se abrió, el abogado nos llamó a todos los trabajadores, ya que familiares no tenía, y anunció que me habían hecho heredera universal de sus bienes. Así que aquí estoy. Seguramente que usted señor Rottenmeyer, no se fijaría, ni se acordaría en la hija de un jornalero.

Franz no tuvo mas que aceptar la verdad que contenían aquellas palabras. Había sido educado para tratar a gente con clase, gente con dinero y no a la chusma, personas de clase social baja. Lucy fue una de esas muchachas que no perteneció a su clase social. Sus amoríos con ella fue el resultado de una apuesta con Carlo. Él nunca la quiso realmente, él nunca se hubiera fijado en ella de no haber sido por aquel amigo que lo incitaba a hacer cosas que se encontraban fuera de los límites que la decencia y las buenas maneras mandaban. Incluso se olvidó de Dios por Carlo. ¿Se arrepentía? No lo sabia a ciencia cierta. Por un lado, veía que todo lo que había obtenido, riquezas, bienes, grandes negocios, fue con la ayuda de su compañero, pero por otro lado, entendía que lo obtuvo gracias a engaños, negocios turbios y algunas otras situaciones que Carlo llamaba “accidentes”. De un tiempo para acá, su conciencia no lo dejaba tranquilo. No dormía bien, se espantaba con ruidos que escuchaba, o creía escuchar, por las noches, no comía bien. Decidió que algo no andaba bien y, al consultar con un médico, éste le recomendó unos días de descanso. Se lo comentó a Carlo, su gran amigo, y juntos organizaron este viaje a su pueblo natal. Estaba con estos pensamientos sombríos cuando escuchó la voz de Carlo llamándolo.

- Franz, Franz, mira esto – le urgió para que se fijara en una foto.

- ¿Qué es? – se incorporó Franz de su asiento y fue cuando la vio de nuevo. Después de tantos años, otra vez ahí, en una fotografía. En el exterior, el viento arreció y la tormenta parecía tomar un nuevo impulso. Presa de excitación Franz se levantó y la tomó entre sus manos - ¿Lucy? ¿có… cómo es… que tiene usted esta fotografía? ¿La conoció usted?

- Sí, la pobrecilla Lucy que murió cerca de aquí. Nunca se supo bien a bien cómo murió. La policía nunca aclaró su accidente, solo que murió con un golpe en la cabeza por aquel sauce llorón que se encuentra en la carretera. Fuimos compañeras de juegos ella y yo, hasta que se enamoró de usted Señor Rottenmeyer-. Pronunció estas palabras finales con un dejo de enojo, que hizo pensar a los amigos que era porque sabía que quisieron burlarse de ella.

De repente, salido de la nada, se escucharon unos gemidos que provenían de algún lugar de la casa. Carlo, se sobresaltó tanto que se levantó de un golpe y presuroso le preguntó a Cassandra que había sido aquello.

- ¿Qué cosa Sr. Urquiza? ¿Qué escuchó usted exactamente? – pregunto con tranquilidad la mujer.

- Unos gemidos, unos lamentos. Venían de aquella dirección – Carlo señalaba una puerta que se encontraba semi-escondida en el pasillo que conducía a la cocina.

- Esta usted cansado Sr. Urquiza, solo es el sonido del viento que le hace escuchar cosas.

En ese instante la estancia se iluminó por la luz de un rayo y la casa retumbó hasta sus cimientos debido a la potencia del trueno. A Carlo y a Franz, les pareció escuchar algunas carcajadas pero nadie dijo nada, no querían quedar como unos niños tontos que se espantaban con cualquier sonido.

- Y dígame Franz ¿encuentra agradable estos lugares después de tantos años de ausencia? – preguntó Cassandra y por el tono de su voz el interpelado pensó escuchar una mota de ironía.

- Sí… sí … se ve todo muy bien .

Otra risa. Ahora venia del piso de arriba. Los dos amigos se volvieron hacia allá pero seguían sin atreverse a comentar algo.

- Es una dicha tenerlos entre nosotros, después de tanto tiempo.

- Perdón…¿nosotros?.

- ¡Oh! Perdón. Me refería a la gente de este lugar, a los que ustedes conocían. Sus padres estarán contentos de verles otra vez.

- Nuestros padres murieron hace varios años- respondió ahora Carlo.

- Es verdad – prosiguió Cassandra -. Nadie sabe cómo murieron. Fue un caso muy triste por estos rumbos. Hubo muchas muertes por esos días y todos fueron casos muy extraños.

Otro trueno, ahora mas cercano. Los muros temblaron y mas lamentos y risas. Franz estaba cada vez mas incómodo. Se metió la mano en el bolsillo del pantalón y sintió un objeto de metal. Por la forma supo que era un crucifijo ¿qué hacía en aquel pantalón?.

- Todos los que murieron –continuó Cassandra- eran gente poderosa, rica, que de alguna forma tuvieron que ver con la muerte de Lucy, es decir, que no dejaron que saliera a la luz toda la verdad del caso.

Franz alcanzó a vislumbrar un destello de odio en los ojos de aquella mujer. No entendió cómo lo supo, pero en ese momento se dio cuenta que algo no iba a bien.

- Franz, dime ¿qué pasó aquella noche? – la voz de Cassandra se tornó en un susurro, casi inaudible.

- ¿Qu..qué noche? – balbuceó Franz. Volteó a ver a Carlo pero no lo vio a su lado, Se giró en todas direcciones hasta que lo vió parado viendo de frente la puerta del pasillo.

- ¿Franz? – susurró de nuevo la mujer pero ahora el tono de su voz estaba cargado de odio- ¿qué pasó aquella noche? .

- Yo… nosotros… veníamos en el coche… Lucy se abalanzó sobre mí, yo la aparté de mí..

- ¡MENTIRAS! ¡ELLA NUNCA HIZO AQUELLO! ¡USTEDES DOS LA DROGARON! ¡ELLA SE DEFENDIÓ Y TÚ LA GOLPEASTE CON UNA LLAVE! ¡MALDITO BASTARDO!– gritó con furia Cassandra. - ¡TU LA MATASTE!

El viento golpeó con fuerza la casa y el aullido del viento se dejó escuchar con mas fuerza. Su amigo tenía la mano en el pomo de la puerta. Se viró para observar a Cassandra. ¿Cómo era posible que esta mujer supiera aquello? Nadie estuvo ahí excepto Carlo, él y …

- ¿Lucy?- dijo con espanto Franz.

Rayos y truenos retumbaron por doquier, la lluvia azotaba con toda su furia la casa, las contraventanas se cerraron de golpe y de repente… una ráfaga de viento apagó toda la casa dejándolo a oscuras. Risas y lamentos se escucharon ahora de forma clara, no había ya forma de equivocarse. Franz temblaba de miedo y miró, por primera vez, a la mujer que tenía delante. Ya no era la mujer hermosa de hace unos instantes, ahora era… Lucy pero a diferencia de aquella que conoció hacía años, ahora estaba descompuesta, su cara tenía una sonrisa descarnada, sus ojos eran solo un par de cuencas vacias, su piel hecha jirones y… una llave en la cabeza. Buscó a Carlo y ahora estaba frente a la puerta, abierta, viendo sin ver, escuchando sin escuchar.

- ¡Jajajaja! Tu amigo se está enfrentando a su porvenir, esta viendo todo lo que le ofrece la oscuridad, lo que él mismo construyó con su vida. No puede salir de ahí. Se hundirá en el abismo y no volverá nunca mas a esta vida.

- ¡Carlo!- gritó Franz pero vió con desesperación que su amigo no reaccionó sino que dio un paso hacia la puerta. ¡NO¡ ¡CARLO! ¡ESPERA! – pero su amigo no lo oia ya. Se volvió hacia Lucy, que estaba ahí, quieta, disfrutando el momento. Corrió hacia la puerta y escuchó tras de sí la risa maligna de Lucy pero no importó, nada lo detendría en aquel lugar infernal, pero su sorpresa fue mayúscula cuando, al llegar a la puerta, se encontró que estaba sellada. Miró a todos lados y lo mismo, ya no existían ventanas. Vio en ese instante como unas manos abrazaban a Carlo y lo dirigían hacia el interior de ella, hacia la obscuridad. Cuando su amigo la atravesó se cerró de golpe y un grito de ultratumba llenó el ambiente.

- ¡Jajaja! – las carcajadas infernales de Lucy se dejaron escuchar- todos esos lamentos, todos esos llantos, son las almas de los que quedaron atrapados aquí Franz. ¡Yo los maté! ¡yo los dejé atrapados aquí para toda la eternidad! ¡conmigo! ¡jajaja!. Y tú mi amado Franz, serás mi esposo, como me lo prometiste hace veinte años – el ambiente estaba cargado de malicia, de odio.

Franz corrió escaleras arriba, buscando un lugar donde esconderse de aquel ser sobrenatural. Llegó al cuarto que les había ofrecido para su descanso, entró y cerró. Caminó tambaleante hacia el centro del cuarto y al alzar la vista vio con asombro que el cuarto ya no era aquel que habían visto unas horas atrás. Ahora estaba descuidado, roto, podrido. Olía a muerte. Cayó de rodillas y sintió convulsiones en su estómago debido al miedo, al terror que sentía. De repente, sintió algo en la mano que le lastimaba, se la laceraba, la abrió y con asombro vio el crucifijo. No sabia como llegó a su mano pero ahí estaba. Afuera, risas, carcajadas malignas y un gemido de la escalera. Lucy subía. Franz veía con tristeza la cara del Cristo crucificado, no se acordaba de aquellas oraciones que su madre le había enseñado de niño. Otro crujido, ella se acercaba. Toda su vida comenzó a pasarle por su mente: robos, mentiras, muertes, dinero mal habido. Un paso mas, Lucy reía. Familias destrozadas, rotas, debido a su ambición. Carcajadas infernales, Lucy estaría a la mitad del camino. Lágrimas que rodaban por sus mejillas, su vida había sido un desastre, llena de envidias y malversaciones. Las tropas del averno se acercaban y escuchaba la voz de Lucy gritando que él había renegado de Dios como ella lo hizo en el último instante de su vida. Mas lágrimas de arrepentimiento y apretaba al Santo Cristo en su pecho. Silencio. No mas pisadas. No mas risas. No mas llantos. Franz miraba al crucifijo cuando una lágrima de arrepentimiento cayó sobre el Cristo y susurró: perdóname. Se escuchó un angustioso grito, lleno de odio: ¡NOOOOOOO!. Y luego… algo estalló.

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Tres días después un grupo de rescatistas llegaron al lugar donde sucedió el accidente. El coche se había hecho trizas contra una piedra. Hacía un día que recibieron una llamada de la capital avisándoles de la desaparición de un empresario y de un abogado. El capitán del grupo se preguntaba dónde se encontrarían los cuerpos. Oyó el chasquido de su radio y luego la voz de uno de sus hombres: Señor, encontramos a uno. Cuando llegó al lugar no notó nada extraño solo el cuerpo muerto de un hombre rubio tirado en la mitad de la nada, con ropas podridas que lo cubrían. Franz había logrado salir.

domingo

Canibalismo

He de decir que hoy he cometido un acto horrendo, un acto que por sí mismo es despreciable y que no existen palabras humanas suficientes para explicar este hecho tan atroz. Hoy, sí, lo he dicho bien, ¡hoy!, he realizado un hecho que indignará a unos, horrorizará a otros y llorarán los últimos. En los anales de la historia muy pocos pueblos han caído en esta práctica denigratoria que imposibilita al alma alcanzar niveles de mayor humanidad y perfección. Semejante acto, me obliga a declararme culpable ante la sociedad que me acusará con su dedo flamígero e incriminatorio pero es mejor confesar mi pecado que vivir con este remordimiento eternamente. Muchos de ustedes, conociéndome, dirán que es falso de toda falsedad lo que hoy declararé en este lugar o simplemente renegarán de mi amistad pero sí, es preferible vivir confeso que soportar una vida de ímproba conciencia. He de decir, declarar, manifestar, exponer, revelar, publicar y proclamar que hoy cometí un acto de ¡canibalismo!. Para aquellos que no sepan lo que significa esta deplorable palabra paso a explicar que es el ingerir o comer a un ser de la misma especie que uno y, sí, eso fue lo que hoy hice, me alimenté con varios de mis congéneres bañados en deliciosa crema, hoy comí: ¡¡FRESAS CON CREMA!!. Hmmm.. y estaban deliciosas.

Pasando a un tema mas irrelevante que el anterior, les comunico que a mas tardar el miércoles o jueves por la mañana verá la luz la siguiente historia de chimenea. La historia que se me ha ocurrido es buena, al menos a la luz de mi imaginación, y espero poder plasmarla como se me ha venido a la cabeza.

viernes

Historias de chimenea por la noche

- Mami ¿me puedes contar una historia? - preguntó la pequeña Ashley que se encontraba sentada frente la chimenea y observaba el baile caprichoso del fuego en esa noche fría de otoño.

Su madre, mujer de mediana edad, sonrió al escuchar la petición de su hija pequeña que gozaba de escuchar historias de miedo. Desde que ella recordaba, a Ashley le fascinaba escuchar las historias de sus mayores sentados alrededor de aquella acogedora chimenea, que dicho sea de paso, era el lugar preferido de toda la familia. Afuera, la tormenta de nieve aullaba de tal forma que semejaba a una manda de miles de lobos y hacía estremecer de miedo al mas valiente de los hombres. Gris, la madre de Ashley, se acercó al calor del fuego, se sentó al lado de su hija, perdiendo por largo rato la mirada en la madera que se consumía en la chimenea.


- Se cuenta en el pueblo - comenzó a contar Gris - que hace algunos años, en la perifieria...

- ¿Se cuenta que hace algunos años? ¿Fue verdad lo que me vas a contar? - interrumpió Ashley con voz emocionada solo de pensar que hubiese sido realidad lo que iba a escuchar.

- No hija, no lo creo. Es una leyenda urbana que circula entre la gente. Te decía, que hace algún tiempo en la parte norte del pueblo sucedían cosas muy extrañas...

- ¿Extrañas? ¿Cómo qué mamá? - preguntó la niña llena de curiosidad y excitación en la voz

- Como que había despertado el mal en esa zona del poblado. Cosas muy malas empezaron a suceder alrededor de esa zona. Personas desparecían casi todos los días. Se organizaron partidas de búsqueda pero nunca encontraron nada. Con el tiempo, la gente comenzó a evitar esos lugares y pareció una buena medida porque no hubo mas desaparecidos.

Gris terminó estas palabras en un susurro, casi inaudibles. Su mirada se perdió por un instante hasta que la voz de su hija la hizo volver a la realidad.

- ¿Mami? ¿estas bien? ¿qué te pasa?

- Nada Ashy solo que intentaba recordar la historia.

Hubo otro silencio largo en donde se oía el crepitar de las llamas sobre la madera. El ambiente se había caldeado un poco mas de lo normal y el viento rugía feroz tratando de encontrar un resquicio por donde penetrar a la casa.

- Todo comenzó.....
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Jim Courtney era un ex-militar de la Marina de los Estados Unidos que vivía retirado en el lado norte de la ciudad. Su casa era de un solo piso y colindaba con el bosque donde comenzaron a suceder las desapariciones. Era una noche fría de invierno, el viento chocaba con fuerza contra las sólidas paredes de la casa. Jim descansaba de un largo día de trabajo en el aserradero de la población y disfrutaba de una taza de café sentado enfrente de la chimenea. Los olores a madera quemada mezclado con el del café hacían que poco a poco fuera quedando semi inconsciente abrazándose dulcemente a los encantos del sueño. No supo si fue su imaginación o el golpe del viento en las ventanas que lo hizo regresar al mundo de los vivos. Puso atención pensando que su imaginación le había jugado una mala pasada pero no, otra vez aquel sonido en la ventana, unos toques muy quedos hicieron que se levantara y se asomara por el cristal. Vió a una anciana parada frente a su puerta abrazándose a sí misma como para evitar morir congelada en aquel clima. Se apresuró a abrirle e invitarla a pasar. Eran las 11:00 pm.

- ¿Le puedo servir en algo señora? - Jim observó lo pálida que estaba y lo delgada que se veía. Jim sirvió una taza de café y se lo ofreció. La anciana sonrió al aceptar la taza. Era una sonrisa cautivadora, radiante y a primera vista acogedora pero, para la vista especializada de Jim, acostumbrado a observar a la gente, no se le escapó, por un momento, una pizca de cinismo en ella.

- Eres muy amable al permitirme entrar a tu casa y ofrecerme una taza de tu café caliente Jim. - El ex soldado no notó que aquella mujer le había hablado por su nombre. Le extrañó un poco que no bebiera del café siendo que venía de estar expuesta a la intemperie por un periodo de tiempo largo a juzgar por el estado de sus ropas.

- Es lo menos que podía hacer por usted señora al verla parada en la entrada de mi casa con este clima. Y dígame, ¿qué le hizo salir de su casa y andar por estos rumbos con las historias de desaparecidos que circulan entre la gente?

- Salí a dar un paseo en mi coche ya que gusto de disfrutar de estos paisajes de montaña. Son tan exquisitos que he perdido la noción del tiempo y al darme cuenta de la hora, me apresuré a regresar pero, en la curva que se encuentra cerca de su casa, mi vehículo resbaló por la cuneta y ya no me fue posible ponerme en marcha.

Mientras Jim escuchaba la narración de la anciana, tuvo la extraña sensación de que el calor de la habitación disminuía dando lugar a un frío que no se podía explicar. Instintivamente, volteó a ver la chimenea pero todo parecía en orden, el fuego se encontraba ahí, con suficiente combustible y no había corrientes de aire pero entonces, ¿a qué se debía aquel frío tan repentino?.

Rowena, que ése era el nombre de la anciana, observaba aquel hombre ajeno al mal que lo acechaba. Ella, que provenía de una larga estirpe de vampiros, era la responsable de que aquella población hubiera perdido ya mas de diez habitantes y se encontrara en aquel estado de alerta sin saber por dónde empezar a resolver el misterio. Los hombres, razonaba de aquella forma, eran estúpidos y no merecían vivir mas que para saciar su mas primitivo instinto: alimentarse. La estrategia de Rowena, era disfrutar del desconcierto de aquellos seres, faltos de intelecto, para luego absorber todo el miedo que lograba generar con su mera presencia. No entendía ese paradójico sentimiento, del que ella se encontraba totalmente vacía, que denominaban amor. El género humano no era mas que un conjunto de seres despreciables que no merecían vivir y aquel hombre que se encontraba frente a ella no era la excepción.

- ¿Te sucede algo Jim? Te noto nervioso – preguntó Rowena con voz meliflua.

- ¿No siente usted un repentino y extraño cambio de temperatura?.

- Ninguno Jim, por el contrario, siento que la temperatura está acorde a mi propio gusto.

Jim miró desconcertado a la anciana preguntándose qué quería decir. Efectivamente, la encontraba muy a sus anchas sin que pareciera por ningún momento le afectara el frío que empezaba a atenazar su corazón. Sin acertar explicarse qué era lo que sucedía, se fijó por primera vez en aquellos ojos, unos ojos terribles, fríos, como estacas de hielo en donde, ni por equivocación, se asomaba algún sentimiento de caridad, sino por el contrario, eran como uno pozo profundo y negro en donde la desesperación se regodeaba a sus anchas y llenaba todo a su alrededor.

- ¿Qui..qui-én… es… es usted? – preguntó Jim sintiendo que un frío aterrador atenazaba todo su ser.

- Jajaja, ¡estúpido mortal! ¡Soy Rowena hija de la oscura noche y de tus mas oscuros terrores! Y hoy vengo a disfrutar de tu odioso ser. – contestó la vampira llenándose de orgullo ante tales palabras.

- ¿Y qué… qué te hizo… pensar que eres… eres bienvenida aquí gran Rowena? – preguntó estúpidamente Jim solo pensando en ganar un poco tiempo.

- Tú necedad de ayuda a los demás me ha dado la bienvenida a esta casa Jim. Tú me has invitado a entrar ¿recuerdas? – sonrió con malicia la malvada mujer.

- ¡Oh! – exclamó Jim abrazándose a sí mismo para entrar en calor- ¿Y qué .. qué e-eres e-exactamente se-señora de.. de la no-noche? Po-por que a ju-juzgar por tu co- color te ha-hace fa-falta un po-poco de … de sol.

Estúpido hombre, pensó Rowena, ¡el muy idiota está a punto de morir y se pone a bromear conmigo! ¡la Reina de las vampiras!, sin embargo, no podía todavía matarlo hasta que su corazón se llenara de terror y por lo que veía todavía distaba de tenerlo.

- Veo que te gustaría saber en manos de quién morirás, tú vil hombrecito que nada vales ante mí- comentó con maldad Rowena. Soy la primera depredadora de humanos en este continente, dicho en otras palabras, soy la Reina de los Vampiros. Para tu conocimiento, cuento ya con 500 años de vida y ningún ser de los de tu especie se me ha resistido.

Menuda presumida tengo enfrente, pensó Jim para sus adentros, sintiendo que su cuerpo se agarratoba cada vez mas. Repasó rápidamente lo que sabía de vampiros cuando, de forma repentina, le llegó un vaho asqueroso de carne pútrida que se le coló por sus fosas nasales. La cabeza comenzó a darle vueltas provocándole mareos que no permitían que pensara con claridad. Además de presumida … apestosa razonó con dificultad Jim dando sus primeras arcadas por el asco que sentía.

Por su parte, Rowena estaba sorprendida que el hombrecillo que tenía delante de sí no estuviera en esos momentos suplicándole por su vida. Algo no estaba bien, sus sentidos no experimentaban ningún sentimiento de miedo que provinieran de Jim, sino por el contrario, detectaban serenidad incluso aquel sentimiento detestable que le llamaban compasión. Como todo ser maldito, en donde la maldad llenaba todo su ser, se tornó violenta y asestó un terrible golpe en la cabeza del miserable hombre que se atrevía a no aterrizarse delante de ella.

Maldita bruja, pensó Jim, y ahora no solo presumida y apestosa sino que encima golpeadora. En ese instante, al ver el pecho agitado de aquel malvado ser, recordó que un estaca en el corazón de un vampiro era un método eficaz de deshacerse de ellos. Recorrió con la vista la habitación buscando con urgencia algún objeto que pudiera servir para su propósito antes que la vampira tuviera la ocurrencia de tomarlo por merienda. Recostado sobre la chimenea, se encontraba el atizador para remover la madera que ardía, y rogó a los cielos que el material no estuviera dentro de los requisitos para matar a un vampiro ya que éste era de fierro.

Rowena al ver como Jim movía la cabeza alrededor del cuarto, pensó que buscaba una escapatoria y que por fin cedía al miedo. La vampira no distinguió entre la urgencia y el miedo, tal era su enojo hacia aquel miserable ser.

- Es inútil que busques por donde escapar – se burló de forma feroz la vampira cuando Jim dio unos pasos hacia el atizador – te prometo que morirás de una forma rápida y efectiva. 

- He.. he de pe.. pensar qu..que tu sis..sistema... mo..motriz e..está a..afinado po..porque tu ca...ca..carrocería se ve..ve ..ya mu..muy des..desgastada- dos pasos mas y lo tendría. La chupasangres se llevaría una bonita sorpresa.

- ¡Asqueroso bicho! ¿cómo te atreves a insultarme a mí que soy la Señora de la Noche?-  rugió la vampira encolerizada- ¿has sugerido acaso que soy una anciana decrépita?. Por este isulto te prometo que te haré sufrir hasta lo !indecible!.

Jim, al escuchar aquel aullido de ultratumba, se le erizaron los vellos de la nuca cuando en ese momento sintíó el frío del acero. 

Y con un rugido Rowena saltó sobre él.

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- ¿Y qué pasó Mamá? – preguntó con expectación la pequeña Ashley al ver que su madre callaba.

Cuando la madre alzó la vista para contestarle sonó el reloj dando las 11:00 pm… y tocaron la ventana de la casa.






Pensamientos desde una escuela

Ante la aterradora imagen de estar sentado toda una mañana sin hacer nada en una escuela, he decidido pedir la clave de internet y ponerme a escribir. Vine acompañando a unos alumnos al foro lector y, gracias a Dios, yo no tengo ninguna responsabilidad aquí.



Mientras escuchaba a los oradores iniciales del foro, un inspector de zona y a un profesor de esta escuela, mi cabeza se fugó hacia otros derroteros menos soporíferos y desalentadores que con un discurso tal, dormiría a la misma Atenea diosa de la sabiduría. No os apuréis, no haré ninguna disertación sobre este foro que serviría de remedio al mas reticente de los insomnios sino, mas bien, al comentario que me ha hecho la esposa de un buen amigo mío y ex compañera de juventudes preparatorianas. El comentario que hizo acerca de un libro que comenté, Orgullo y Prejuicio, fue el siguiente:

"Pues si, una astuta y creativa escritora, cuanta imaginación se necesita para escribir un libro, verdad ? Y no te preocupes, era sólo pura imaginación"

La idea me hizo pensar en la historia que he intentado hacer desde hace unos meses, y no ha salido por tratar de evitar parecerme a otros ya publicados. Es difícil en verdad escribir una historia atrayente, verosímil (aunque sea ficción), fluida, que no se detenga demasiado en descripciones y que a la vez no esté falta de ellas. Me parece que para lograr estas realidades no solo hace falta imaginación sino también conocimiento y  sensibilidad de las cosas. Imaginación para poder describir situaciones, lugares, acciones. Conocimiento sobre caracteres, ropas, la naturaleza misma. Sensibilidad para poder describir todo tipo de reacciones en las personas, objetos, etc., que logren tocar las fibras de cada lector. Es agradable cuando alguien te dice que lo que has escrito está bien hecho pero, sobre todo,  la historia que has contado, le ha hecho volar su imaginación, que a llorado y reído con cada personaje y que al final ha terminado satisfecho de lo que has querido transmitir.




Les puedo decir, por experiencia propia, que cuando escribes algo de cualquier tema ya sea novelas, fantasía, historia, te rodeas de los mismos personajes que creas, de los lugares que describes, de las situaciones que rodean tu historia que si pudieras tomar una foto imaginaria se podría captar en ella todo lo que vas suscitando en esos momentos.

Les puedo adelantar que el cuento prometido meses atrás ya tiene una solución de continuidad y que espero pronto, no este mes, pero para enero podrán leer, no sé si disfrutar, el primer capítulo de él.

Adeu!

jueves

Compendio de chistes II

Pepe Jiménez, con ese inigualable sentido del humor, nos deleita todos los días con sus comentarios en el Caralibro (Facebook). Espero les guste mi post número dos de ellos. Gracias Pepe por tu inigualable buen humor!!


Él es causante de los chistes que siguen. Cualquier inconveniente favor de dirigir sus quejas al CERESO Norte de la Cd. de México (así que ya saben).




- ¿Qué haces? -Matando moscas -¿Mataste alguna? -Sí,3 machos y 2 hembras -¿Cómo sabes eso? -3 estaban en el vaso de cerveza y 2 en el teléfono

- Mi Consejo Pendejo de hoy es: Recuerda que el amor, el respeto y los chingandazos no se dan, hasta que se los ganan.

- Qué película estas viendo? ------- la de Asesinos en serie!. - ¿Y de qué se trata? ------De una mariposa que no encuentra a su mamá.

- Aunque Obama ganó, SE LAS VIO NEGRAS!!!

- Compadre, felicíteme! Voy a ser papá. —FELICIDADES COMPADRE! Y su esposa esta contenta?. —Ahorita sí, pero cuando se entere se le quita.

- Mi celular tiene una aplicación que me hace ver todo gordo y feo. se llama Cámara.

- ¿Y así es de fea tu amiga? ¿O va a estornudar?.

- Mujeres, que no se pierda la bonita costumbre de pelear hasta que les den la razón.

- Señor juez.... Si amar es un delito, me declaro culpable!. -Cállese! Usted está aquí por conducir borracho!

- “Es arriesgado, dijo el miedo; imposible, dijo el orgullo; Matanga dijo la changa".

- Y ni se les ocurra venir a mi puerta pidiendo su jaloguin o su calaverita a menos que traigan hielos, squirt y tequila..

- Estuve internado en una clínica donde te quitan las ganas de fumar ------ ¿Pero si estás fumando? -------Sí, pero sin ganas.

- Hoy es noche de brujas! Ja he visto algunas que salen cada fin de semana!.

- Que fresca está la mañana, yo creo que sí es de hoy...!.

- Yo también tengo el presentimiento de que debería estar trabajando........naaa debe ser mi imaginación!.

- ¿Bueno? ¿con la fábrica de primos? ----si--- oiga me mandaron puros alcóholicos, y no es chiste.

- Soy tan guapo, que subí de peso para que haya más de mí....

- Ya bastante tiene uno con lo que no tiene.

- San Juditas plis! Ayúdame a encontrarme....ando bien perdido!

- Son mis Hot cakes y les pongo Rompope por gusto, No por alcohólico!!

- ¡GORDA! ¿A qué hora sales por el pan? ----- A las 8:00, 10:30, 1:20, 5:00 Y a las 7:30.

- Oye, ese wey te dijo gordo -------¿Que? Le voy a dar sus madrazos, rodame hasta El. (._.) (|:) (.-.) (:|) (._.) (|:) (.-.) (:|)

- Sabes que maduraste cuando te comes toda la paleta payaso y no solo las gomitas.

- ¿Profe Cómo dijo? ―No repito dos veces. ---chinga tu madre..! ―¿¡Cómo dijo alumno!? ―Yo tampoco repito dos veces!!

- Uno ya no puede dormir 5 minutos más porque luego luego pasan dos horas.

- ¡Atrás pinche galan! \( •_•)_† ..... †_(•_• )/ "Ah, ¡sólo era el espejo!".

- Mañana cuando suene el despertador me voy a hacer el muerto.

- Llevo dos semanas a dieta y ya he perdido 14 días.

Gracias Pepe!!