lunes

Una simple historia. Cap. I



En el sillón sucio de la alcoba principal de una casa, se encontraba un viejo sentado con los cabellos que le caían desordenados, largos y grasosos sobre sus hombros. Sobre la mesa que se encontraba al lado de él, había un libro, un libro antigüo, de pastas gruesas color marrón que sobre su dorso se podían distinguir unos caracteres en una lengua ya olvidada que probablemente diría el tema de la encuadernación. La mano del hombre descansaba sobre el libro, era una mano larga, seca ya por los años y se podían distinguir fácilmente las venas de aquel hombre entrado en años. La luz que se filtraba por la ventana, anunciaba el ocaso del día e iluminaba débilmente la habitación. Alrededor de ella se podían apreciar objetos de gran valor, tapices traídos de tierras extrañas, animales disecados en posición de ataque, alfombras dignas de mostrarse en un palacio real y al acostumbrar la vista a la penumbra se alcanzaban a distinguir dos grandes arcones colocados en una de las esquinas de la habitación. Todo parecía en orden, el tic tac del reloj se escuchaba sin ninguna dificultad, las cortinas se movían suavemente con el arrullo del aire otoñal y el sonido de las hojas de los árboles penetraban la estancia con un dulce murmullo.

Un leve sonido se escuchó en la puerta y después de un momento, al no recibir respuesta, se abrió y entró un hombre que se adivinaba era el mayordomo con una bandeja de té. Al acercarse a su señor, para advertirle de su presencia, notó la frialdad y rigidez del cuerpo, no se apreciaba ningún indicio de vida en aquel ser sentado e inexpresivo rostro. El mayordomo, al darse cuenta de lo ocurrido, salió corriendo como alma llevada por el diablo y gritando a los de la casa:

- ¡ESTA MUERTO! ¡ESTA MUERTO!

Los demás habitantes, al escuchar sus gritos, salieron a su encuentro con las caras lívidas de espanto y preguntando a coro:

- ¿Quién ha muerto Juan? ¿quién?

- El amo ha muerto! está frío como el hielo y tiene un aspecto horrible!.

- ¿Q-qué quieres decir con ho-ho-horrible? - preguntaron asustadas las mujeres

- No sé cómo explicarlo pero s-su cara es una máscara de horror, es como si hubiera visto y sufrido mucho antes de morir.

- ¡Ay! -gritaron todos- ¿murió asesinado?

- ¡No lo sé!, como todos los días subí para llevarle su té, toqué la puerta y al no recibir contestación pasé a la habitación y me lo encontré muerto sentado en su sillón -explicó Juan.

- ¿Pero qué viste? - urgió Marta la cocinera.

- Al principio no noté nada raro, lo llamé pero al no recibir contestación me acerqué y al tocarlo - tragó saliva y con un espasmo de miedo agregó- sentí su frialdad, pero no el frío natural de los muertos sino uno diferente, un frío tan mortal que tu corazón se paraliza y tu propia alma se llena de terror.

- ¿Has estado bebiendo Juan?- sonrió con sorna el jardinero- porque jamás en mi vida he visto cosa parecida a la que dices tú. Sabes perfectamente que antes de ser jardinero ayudaba en la funeraria del pueblo y jamás he oído o visto cosa semejante.

Juan el mayordomo, al escuchar aquellas palabras, volteó lentamente su mirada hacia el jardinero y observándolo unos momentos le dijo:

- Jack- mote como se le conocía al jardinero- jamás en esta vida me ha faltado cordura y bien sabes que no soy de los que se asusta fácilmente. Recuerda quién era el que te acompañaba con frecuencia en la funeraria. En esta ocasión quiero que subas tú y compruebes por tí mismo lo que acabo de contar.

Jack asintió, giró sobre sus talones y con una sonrisa burlona comenzó a subir las escaleras. Sus pasos eran pesados, lentos, como si quisiera demostrar que él no estaba impresionado por lo que acababa de escuchar. EL ambiente que reinaba era tenso, las respiraciones de los presentes sonaban entrecortadas, pero Jack quería mostrar que Juan solo exageraba su relato y que nada raro sucedía. Llegó por fin a la puerta del amo y se introdujo en él. Pasaron los segundos, que para la gente que esperaba en el piso de abajo, fueron como una eternidad. De repente, una ráfaga de viento recorrió la casa entera, como un huracán, levantando cortinas y tirando todo lo que se encontraba a su paso y en cosa de un segundo la casa quedó sumida en la oscuridad. Un grito espantoso se escuchó desde el piso de arriba, la sangre de la servidumbre se heló y quedaron paralizados al escuchar el desgarrador sonido que provenía de aquel cuarto. Unos instantes después escucharon unos pasos y un cuerpo que caía.

Continuará.

1 comentario:

Maruska dijo...

y maniana vas a publicar la siguente parte? :)))