jueves

Relato de una anecdota sin contar

Lo que voy a relatar ahora sucedió ya algunos años. Es una de esas historias que a nadie le gusta contar, que salga a la luz pública y te señalen como protagonista del suceso. ¿Por qué decido entonces contarla? ¿qué me mueve a llevar esta historia a las pantallas del público?. No encuentro una respuesta acertada a semejantes preguntas pero, el peso que acarreo desde entonces, no lo puedo ya soportar. Los momentos de terror en los que me vi envuelto me han llevado a callar y pensar que el tiempo curaría todas las heridas, ahora veo claramente que no ha sido así.

Todo comenzó una noche fría de invierno por una de las avenidas principales de la ciudad. Caminaba envuelto en mi chamarra y me divertía viendo el vaho que salía por mi boca al respirar. La noche era oscura y amenazaba con llover, la gente al pasar, apenas se daba cuenta de tu existencia por la prisa que llevaba por llegar al calor de sus hogares. De repente, al llegar a una bocacalle, la luz que despedían los faroles se apagó como si nada, la oscuridad que reinó momentos después era terrorífica y el frío que se sentía se incrementó como por arte de magia. ¿Qué está pasando? - me preguntaba al mismo tiempo que sentía como un escalofrío poco terrenal me recorría por el cuerpo y mis miembros se engarrotaban. El miedo se apoderó de mí al ver que los coches que circulaban por la calle se estrellaban unos contra otros, una pareja de señores de avanzada edad cayeron de rodillas y comenzaron a gritar, de pronto, salido de no sé donde un grito estridente y lleno de terror se oyé en el aire que hizo que mi sangre se helara por unos instantes. El ruido de un aleteo pasó sobre mi cabeza y todavía no sé si fue mi imaginación o fue una realidad, pero me pareció escuchar una risa maléfica que impregnaba el lugar de vacío y falta de calidez. Después de unos minutos, todo volvió a la normalidad y comencé a respirar normalmente, ayudé a los dos ancianos a levantarse y corrí a ayudar a los heridos de los coches.

Cuando desperté a la mañana siguiente busqué en los periódicos y noticieros de televisión pero nada parecía indicar que algo anormal hubiera sucedido la noche anterior, es más, pareciera que NO pasó nada y eso me pareció un tanto raro pero no indagué mas. Días después, estaba yo sentado en el cuarto de televisión, junto a mi gato, cuando de repente hubo otro apagón, de momento no relacioné nada con el suceso anterior y solo pensé que se habíá ido la energía, cosa extraña, pero posible. Esperé unos instantes y luego las ventanas de mi casa comenzaron a crujir y a ponerse blancas, me acerqué y descubrí que se estaban congelando!!!. El ecalofrío y el miedo que sentí noches atrás volvieron apoderarse de mí pero con la diferencia que ahora mis miembros sí respondían así que como pude limpié una ventana y vi, enfrente de mi cochera una sombra de un hombre erguido, con sombrero y gabardina, viendo hacia donde yo estaba!!. Cuando parpadeé y vi con mayor atención hacia el hombre este había desaparecido ¿cómo? - me pregunté- ¿será obra de mi imaginación o de verdad había alguien ahí fuera?. Un sudor frío comenzó a mojar mi ropa y mi nervios se encrespaban cada vez mas. Intenté moverme pero en esta ocasión mis pies estaban anclados al piso, mis manos se pegaban al cristal helado y mi mirada seguía fija en el punto donde estaba aquella sombra.

El crujido de la puerta principal hizo que volviera en mí pero seguía paralizado, otro golpe y otro hasta que la puerta cedió. Una ola de aire frío, congelado e hiriente invadió mi casa. Yo seguía en la misma posición tratando de escuchar pero el miedo que sentia mantenía mis sentidos embotados. Oí la respiración de alguien escaleras abajo, era una de esas respiraciones profundas, calmadas y el sonido como aquellos cuando te tapas la nariz. Deseé ardientemente que la luz volviera, ansiaba con un fervor insensato, que aquello terminara, que desparareciera de mis sentidos, que todo aquello fuera un sueño y sin embargo, escuché como se daba un primer paso en las escaleras y otro y otro hasta poder oír y sentir, porque no ver, una presencia al término de ella piso arriba. Intentaba penetrar aquellas oscuridades tan profundas como el mar y nada pero, sabía sin dar lugar a la duda sino a la certeza, que ahí estaba!. Mis nervios estaban tan tensos como las cuerdas de un arco. La sombra avanzaba poco a poco y yo creía que todo se derrumbaba a mi alrededor, que el cariño y la calidez de aquella casa habían desparecido para siempre y solo la desgracia y el odio interrumpían en ella como si siempre hubieran existido. Un dolor agudo penetró mi corazón, y no fue debido a un arma, sino el dolor que se siente por la deseperación y la desgracia en grado extremo. Cuando creí que todo había finalizado en mi vida, el maullido de un gato asustado, me volvió a la realidad, se rompió el hechizo que me tenía atado al piso y corrí en dirección opuesta a la sombra. En mi desesperación tropezaba con toda clase de muebles y en la lejanía escuché el alarido de un gato en agonía y un grito lleno de rencor que lo martirizaba. Logré salir por una ventana, brincar al patio y escapar por la verja que daba a la calle. No me detuve por un instante, ni quise voltear la mirada para ver qué estaba pasando, tenía mi mirada fija enfrente de mí y corrí, corrí hasta tocar la puerta de la casa de un amigo. No recuerdo como acabé aquella noche, ni qué le expliqué, ni como me veía físicamente, el caso es que cuando recobré otra vez conciencia de mi alrededor estaba sentado en un sillón con un señor mayor viéndome fíjamente a la cara y con el brazo conectado a unos tubos. Con mis ojos recorrí el lugar y todo me parecía extraño, diferente, fuera de lugar. Mi amigo, su mujer y el médico me rodeaban y me preguntaron al unísono qué había pasado, yo solo me limité a balbucear algo y encogí los hombros.

To be continued.....

lunes

Nostalgia

Tuve la suerte de estar con mis padres unos días y mientras estuve con ellos tuve la oportunidad de volver a ver la colección de fotos que tienen. Es increíble los cambios que se van operando con los años, algunos para bien y otros..jeje...no tanto. Algunos de flacos pasan a gordos, otros siguen igual de delgados y unos últimos que siguen disfrutando de su inigualable figura perfecta (por donde los vean son esféricos). Paso a una breve pero típica conversación de lo que se dice cuando se vuelve a recordar el pasado.

- Mira esta foto ¿quiénes son?
- Es tu tía, la ex de tu papá, y esta soy yo
- ¿Tú?..pues te veías muy bien (como si en estos momentos te vieras fatal)
- Para que veas que tenía lo mío
- ¿Y éste de aquí? ¿es mi tío...?
- Sí cuando tenía el cabello negro y buen cuerpo.
- ¿Y qué le pasó? ¿lo corrieron en seco y en engorda?
- Mira este eres tú...qué bonito eras (es decir que tuve el creciemiento del burro)
- Eh! que ahora estoy mejor!
Risas
- Aquí estás con tu amigo fulano...
- Jijos...qué jóvenes estábamos!...(claro los años no pasan en balde)
Interviene la tía
- Mira qué bien me veo aquí!... para que veas lo guapa que estaba
- Sí claro tía te ves estupenda (no sé en qué borrachera mi tío se enamoró de ella)

Y la conversación se extiende al infinito, pero como dijo el sabio de mi oficina (mi socio):

Ver fotos es volver a recordar.

domingo

Bien, yo se que me extrañaron pero por causas de fuerza mayor no había podido escribir nada. Estuve unos días en Monterrey y tuve la oportunidad de conocer nuestro glorioso sistema del seguro social. Es increíble como varia cosas se pueden dar en una sola institución, por ejemplo, técnicamente son muy buenos, es mas, si alguien me preguntara si es peligroso operarse ahí yo le contestaría que no, que es un muy buen lugar para hacerlo, pero...en todo hay un pero...el tono humano está por los suelos. Cuando les preguntas algo, enfermeras, médicos u anexos, parece ser que el que les está prestando un servicio es uno y no ellos al público. No quiero escribir mis quejas en este blog sino solamente expresar mi inconformidad con el trato humano que ofrece esta institución de la salud.

Por otro lado, también es una oportunidad muy buena para poner en práctica todos los conocimientos adquiridos por el mexicano a través de los siglos para poderse colar a los lugares no permitidos. Es sabido que en los seguros no dejan entrar a la manada entera a los cuartos sino mas bien de uno en uno para visitar a sus pacientes, pues bien, en este caso nos las arreglábamos para estar hasta cuatro metidos al mismo tiempo, ¿cómo?...pues como les dije....sabiduría adquirida através del tiempo.